Nuevo ganador del concurso Casio de El Diario de Turismo: Daniel Pelisch!

nota-principal-casio

Imaginamos la alegría que debe tener Daniel Pelisch, el ganador del concurso por el reloj, que organiza El Diario de Turismo y auspicia Casio.  Nos envió un gran relato de su aventura (que transcribimos líneas abajo) y se hizo acreedor del sensacional Casio W 753 3AV DF EF.

Los que no ganaron este mes tienen nuevas oportunidades para llevarse este reloj en los próximos concursos. Deben recordar una gran aventura de viaje,  ingresar en www.eldiariodeturismo.com.ar, ir al link del concurso Casio, dejar sus datos y transcribirla.

Si ingresan en https://www.facebook.com/eldiariodeturismo1 y comparten la promo tienen doble chance!

El reloj CASIO W 753 3AV DF EF cuenta con gráfico de mareas, cronograma, 4 alarmas diarias, luz, timer de cuenta regresiva, pila de 10 años de duración, es sumergible 100 metros, ideal para la práctica de todo tipo de deportes y aventuras.

 

“Mi aventura ocurrió en mayo de este año en Es Vedra, Ibiza. El lugar es una de las atracciones de la isla, donde decenas de personas concurren a diario para tener una vista privilegiada de la puesta del Sol sobre el Mediterráneo. Por un camino de tierra, accedimos con mi mujer hasta un improvisado estacionamiento, a partir del cual el trayecto hasta el primer punto panorámico se hace a pie. Las vistas desde el punto más saliente de la península, que se mete como una cuña en el mar, son maravillosas, impactantes por el magnetismo, el colorido y la dinámica del lugar, con el sol modificando paulatinamente el escenario a medida que se acerca al punto en el que se «perderá» en el horizonte. Y con una formación rocosa en primer plano, surgiendo del océano, que parece la perfecta réplica que la naturaleza hizo de un dragón. Pero la tentación, y sobre todo los consejos de los más jóvenes, apuntaban a seguir escalando la montaña hasta la «cumbre» de la misma, donde los restos de una antiquísima fortaleza abandonada sirven de plataforma para el mejor de los panoramas. Si bien la distancia hasta lo más alto no parece tan lejana (45 a 50 minutos de acuerdo a las referencias de algunos osados con experiencia en ese recorrido), el trayecto no es tan accesible si no se dispone de calzado adecuado y algún bastón para afirmarse en un terreno muy pedregoso y resbaladizo, con arbustos como acompañantes de la seca escenografía. Ni mi mujer ni yo reuníamos las condiciones. Ella, con ojotas y un bolso para sostener en el ascenso y, si lo lográbamos, el posterior descenso, y yo con calzado de calle y la máquina de fotos en una mano. Sin embargo, pese a nuestra condición de sexagenarios, aceptamos el desafío y nos lanzamos a la experiencia. La subida empezó a ofrecer sus inconvenientes de inmediato: había que avanzar lentamente, semiagachados, apoyando los pies en algunas rocas firmes y agarrándonos de algunas ramas de los mencionados arbustos, esquivando en lo posible sus espinas. Con algunas pausas (mi mujer tiene dos stents en sus arterias), pero con ánimo, entre risas y algunas caídas sin consecuencias, llegamos a unos 200 metros de la fortificación. Allí se presentó la mayor de las vallas: había que ingresar a la vetusta torre de grandes piedras por una pequeña ventana, a la que se podía acceder trepando y aferrándose a la edificación. Mi mujer desistió, pero se quedó con la máquina de fotos para registrar el momento de mi atípica trepada desde atrás. Obviamente, las imágenes no me favorecen. Pero logré el objetivo y accedí a una pequeña terraza circular de la construcción, desde donde la vista era inigualable e inolvidable, y donde sólo había un puñado de jóvenes compartiendo ese momento sublime. En ese instante, dos parejas de entre 25 y 30 años que estaban sentadas en los bordes del mirador, con sus piernas colgando sobre el precipicio lejano que ofrecía la montaña y el mar, filosofaban sobre la raza humana: «La verdad, hay que aprovechar de la vida ahora, porque cuando llegás a los 60, ya no servís para nada», le decía el más parlanchín al resto del grupo. Reí para mis adentros y luego de decirles que tenía 64 años y que no debían desanimarse porque la vida no se termina a los 60, como imaginaban, emprendí orgulloso y satisfecho la retirada, contento de haber compartido con mi mujer semejante aventura”.

 

Felicitaciones Daniel!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Portal DT, Portal de Turismo, Turismo en Argentina, Turismo Mundial, Viajes, Vacaciones, Noticias, Novedades, Placer

Otros Sitios

www.hockeynews.com.ar